La selfie: el relato de la intimidad alterdirigida
18 de Septiembre de 2018
Psicóloga, hizo una Maestría en Periodismo y
está terminando su tesis de doctorado sobre Psicología y Comunicación. directora
del área de Comunicación y Cultura de FLACSO y asesora de Huawei Mobile
Argentina
Las formas en que nos mostramos y
accedemos a la intimidad del otro fueron cambiando con el tiempo y con la
evolución de los medios de comunicación y las tecnologías. La selfie, un
fenómeno de nuestra época, es el reflejo de un momento actual pero que denota
la historia de la mediatización y una cultura global que atraviesa nuestra vida
privada y también las formas de vincularnos en sociedad.
La modernidad fue la
época que remarcó la diferencia entre lo público y lo privado, entre el
“afuera” y el “adentro”. La puerta del hogar marcaba el límite de lo que podía
entrar y lo que podía salir a la exposición pública, de lo que estaba,
justamente, privado de la mirada externa. Pero los
medios de comunicación masivos, en primer lugar, entraron al hogar y
permitieron conocer desde el living aquello que pasaba afuera. Y de
a poco, lo que acontecía en el interior del hogar fue haciéndose público.
Primero a un público restringido, de uno a uno, con el teléfono fijo por
ejemplo, y luego a mayor cantidad de personas en un mismo momento con la
masificación de Internet con las computadoras domésticas.
También la modernidad había restringido el acceso a la vida del otro, del
vecino. La televisión, de a poco, fue mostrándola, primero en juegos, en
paneles y luego con los reality shows donde podíamos conocer al otro “como yo”
comiendo, jugando, durmiendo, desde el televisor en el cuarto. Así, la llamada intimidad fue mostrándose cada vez más y haciéndose
pública. Y con los celulares con cámara e Internet ese fenómeno se
volvió masivo. La posibilidad de comunicar lo que estamos haciendo las 24 hs.
produjo un cambio en las formas de comunicarnos, de ver al otro y de exponer
nuestra privacidad. Millones de formas de ver y estar en el mundo comenzaron a
circular gracias a estos aparatos que nos acompañan las 24 hs. Como dice Paula
Sibilia, autora de “La Intimidad como Espectáculo” (2008): si antes el diario
íntimo era la forma de narrar nuestra intimidad, con Internet, las computadoras
personales, los blogs y luego las redes sociales, esa intimidad cobró publico y se transformó en una extimidad,
en una identidad que está alterdirigida, que se construye a partir de la
mirada del otro. La intimidad misma se transforma en esta era de
conectividad y visualización constante y se construye también con esa mirada
del otro.
Este fenómeno tiene estrecha relación con la posibilidad de producir
contenidos, de compartir, de opinar sobre las demás personas a partir de la
alta penetración de smartphones con conectividad. Esa posibilidad de creación
de contenido audiovisual, que no existía antes, también colabora con la
producción constante de fotos, videos y opiniones. Y esto se relaciona a la vez
con la necesidad de registro de absolutamente todo lo que vivimos, que en
definitiva podría ser una forma de control.
Es por eso que las selfies no son una moda, no son un fenómeno pasajero. Son la representación de una época, de la cultura actual que
nos atraviesa en todos los ámbitos de nuestras vidas.
Por otro lado, los autoretratos fotográficos existen desde que se crearon las
cámaras. Pero la posibilidad de sacarse una foto de alta calidad y circularla
en el instante es la novedad.
¿Y porque la necesidad de hacer selfies? Hay una ilusión de construcción de la propia identidad. Siempre
estamos recortando aspectos de nuestra identidad, cuando hablamos, cuando
contamos una parte y no todo, cuando mostramos algo de nuestro hogar, de
nuestros familiares, de nuestro trabajo. Y hoy los celulares permiten esa
edición, ese recorte, de manera fácil e ininterrumpida. La selfie muestra algo de lo que somos y lo que hacemos pero
siempre de manera editada, siempre con un recorte del plano total.
Es una forma de construir un relato, una narración visual de nuestra
identidad y de lo que queremos mostrar.
La selfie muestra un estado de ánimo, el registro de haber estado con alguna
persona, en un lugar, haciendo algo. Es una huella en una historia que se va
narrando y hace a un todo.
Hay un componente de la selfie que tiene que ver con el sacar la foto en el
lugar mismo del acontecimiento, siendo protagonistas de eso que acontece. Como
si algo fuera natural pero que se afecta en el momento mismo del click, de
poner la cámara de determinada forma y sacar la foto. La práctica afecta y
construye también ese momento. Que termina de formarse cuando es compartida y
con la mirada del otro. Entonces por un lado está la exhibición de la propia intimidad, de la propia
vida, pero de manera “natural”, con una intencionalidad de
mostrar algo, que se pone en circulación y que se termina de construir con la mirada y “aceptación” (like,
corazon, etc), o no, del otro.
Esta practica pareciera ser de los más jóvenes. Tal vez porque nacieron en este
ecosistema mediático ya fotografiados y circulados por los adultos. Y están más
acostumbrados a la exposición de su vida diaria. Además, la adolescencia tiene
la particularidad de ser una etapa vital de constitución de la propia
identidad, de decisiones, de elecciones en la forma de vivir y estar en el
mundo. Y la edición que se va haciendo tiene que ver con una elección de ese
recorte. Pero es una práctica que atraviesa todas las edades.
La selfie se instala porque toca fibras propias de nuestra época,
pero también propias de nosotros como ser social que
construye su identidad en relación a otro, a la mirada y aceptación
del otro.
Selfies – Timeline
Las fotos tomadas como autorretrato existen desde el nacimiento de las cámaras
de fotos. El primer registro es una foto tomada por Robert Cornelius, quien
capturó una imagen de sí mismo en 1839 en su tienda de lámparas en Filadelfia.
Luego en 1920 se tomó la primer selfie grupal, que retrata a Joseph Byron, un
fotógrafo de Nueva York, en una terraza junto a compañeros de su agencia de
publicidad.
Ya en 1960, y con la aparición de cámaras instantáneas destinadas al consumo
masivo, los autorretratos se vuelven más frecuentes, permitiendo que fotógrafos
amateurs tengan la posibilidad de tomar fotografías de manera inmediata. De
esta época se encuentran registros de “selfies” de famosos como los Kennedy.
… o Los Beatles, quienes solían sacarse fotos frente al espejo con distintos
tipos de cámaras. Sin embargo, estos retratos están lejos de las selfies que
hoy se pueden encontrar en las redes sociales.
El “autorretrato” muta a través de la historia y a medida que avanza la
tecnología. Con la inauguración del segundo milenio, la práctica de las selfies
se adapta a las cámaras digitales y en especial a la telefonía celular.
Con las redes sociales, vemos que la fotografía adopta un nuevo valor simbólico
que se relaciona estrictamente con la imagen propia. Las imágenes que se
capturan, están destinadas hacia los otros, cuentan quién es cada persona y
todo lo que hacen, con el fin de lograr la aprobación del entorno en el que los
millenials se desenvuelven. Por eso, hoy en día existen cada vez más
aplicaciones para editar y aplicar filtros a las imágenes. La sociedad actual
ha cambiado los modos de comunicar, y las selfies se han convertido en un medio
de expresión.
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